El 6 de enero de 1832 el bergantín inglés Beagle enfilaba la bocana del puerto de Santa Cruz de Tenerife como parte de un largo viaje de exploración que habría de revolucionar transcurrido el tiempo nuestra concepción del mundo. Charles Darwin viajaba en ese barco, fascinado por las maravillosas descripciones que el polímata Alexander von Humboldt había hecho del archipiélago canario.

La situación geográfica de las Islas Canarias, su accidentado relieve volcánico, su contraste de paisajes naturales, sus frondosos bosques de laurisilva, sus desiertos de arena y lava, su profusa variedad microclimática y su condición insular han favorecido procesos evolutivos que dieron origen a sorprendentes especies de animales y plantas exclusivas. Por eso despertaron gran interés entre viajeros, naturalistas y científicos de todos los tiempos, atraídos por la singularidad de este laboratorio viviente de la Macaronesia.

Fotografías © Francisco Márquez